martes, 9 de febrero de 2010

Campo Base

El hecho de irme con mis amigos a Mendoza, a un hostel, ha sido una de las experiencias más significativas que he vivido, no solo porque hice deportes que nunca había hecho, como rappel, parapente y rafting; si no porque conocí a personas de otros países llenas de aventuras y de ganas de contarlas, personas muy amables que lo único que querían era entregar amistad.

Al principio me sentí incómodo por el clima, de verdad que era insoportable, 40°C y sin ninguna brisa era insoportable, pero al pasar el tiempo eso pasaba a un segundo plano gracias a los 2 litros y medio de agua embotellada que tomaba todos los días (nunca había tomado tanta agua).

Una de las cosas que más me llamó la atención fue el hecho que todo el mundo era amistoso, eso me afectó tanto que al final del tiempo yo también lo fui.

El primer día no sabíamos dónde estábamos, con un mapa de un viejo de turismo del terminal de buses pudimos llegar. Después que llegamos al hostel no teníamos ganas de hacer nada. Con el tiempo eso fue desapareciendo y aunque el calor siempre nos daba ganas de dormir, nos hacíamos de energía y recorrimos la ciudad (o una parte de ella, mejor dicho).

Uno de las primeras actividades que hicimos fue rafting. No teníamos idea que había que hacer, ninguno de nosotros tenía miedo, es verdad, estábamos tranquilos, y más aún cuando llegamos y nos encontramos con el ambiente que había. Primero esos trajes negros que teníamos que ponernos, era ridículo, nadie sabía que teníamos que usar esos, y después el viaje hacia el inicio del recorrido en el “colectivo verde”, que era una especie de micro vieja, el ánimo que nos daban las personas que nos iban a llevar en el río era muy contagioso, te daba la seguridad que nada malo te podía pasar. Y de verdad era así porque te enseñaban todo lo que tenías que saber, que no era muy complicado, y además había gente en kayak que te rescataba si te caías en una parte “peligrosa”. Fue una excelente experiencia de trabajo en equipo, aunque el equipo era de 6 personas, y nosotros 4 hacíamos la mayoría de las cosas.

No me acuerdo bien de los días en que hicimos todo, porque por lo menos yo no tenía idea de los días.

Los carretes haya eran muy buenos, en estos carretes se juntaban los 3 hostels de HI que hay en Mendoza: el International, el Mendoza Inn, y en el que estábamos nosotros, el Campo Base (único sin piscina). Aquí encontramos muchas personas tan distintas como sus historias, me di cuenta que hay mucha gente que viaja sola, un amigo me dijo que una de estas personas le contó que viajaban de esa forma, porque es más fácil recorrer una ciudad, ya que no ha todos les gustan las mismas cosas.

Al día siguiente (o al subsiguiente, no me acuerdo bien) nos tocó parapente. Ahí sí que a algunos les dio miedo, en un principio a mi no me daba miedo, pero la noche anterior tuve un sueño de cómo sería, y de verdad me puse a pensar en lo que iba a hacer, volar a más de 2600 metros. Teníamos que subir en dos grupos, éramos 8, pero tenían que subir 3 primero y luego los otros, porque ya habían dos personas arriba. Como estaba tan ansioso y con miedo, dije “ya wn tengo que salir de esto rápido no más”, y me ofrecí para ser del primer grupo junto con dos argentinos. Subimos por un camino sumamente estrecho, de hecho movías un poco el furgón y se caía del camino (tal vez pienso eso porque tenía miedo del parapente y me hacía ver cosas que no eran). Llegamos a la cima y se veía tooooodooo Mendoza; la cosa es que ya el instructor me dijo “ya tu vienes conmigo” y ahí me imagine todo lo que no había hecho (no, nunca tanto). Me puse el arnés y todo lo de seguridad y espere junto con el instructor a que llegara un viento o térmica, porque obviamente uno no se tira solo, uno va en una especie de silla adelante del instructor. Para resumir estaba muy nervioso y llegó el viento y nos elevamos…… fue GENIAL, podías sentir todo el viento, te dolían los oídos, pero daba lo mismo. En un momento el instructor me estaba contando de la gente que venía y de las cosas que hacía, cuando de repente el parapente se cerró…. Caímos 40 metros aproximadamente, veía mis rodillas a la altura de mis hombros y caía y caía, fue parecido a esa sensación que da en el estomago cuando uno aterriza en el avión pero multiplicado 40 veces. Afortunadamente eso de cerrar el parapente es una maniobra que ellos hacen, estaba acostumbrado el instructor, pero en este caso me decía, después de un buen rato estando en el aire, que no fue a propósito y que además no le había pasado nunca con ese parapente y desde hacía un año que lo tenía. Ahí me puse un poco nervioso, pero después se me pasó con otras maniobras que hacía; uno de los argentinos que también voló, el instructor que lo llevaba le dio una vuelta en 180°, fue demasiado bakan. Espero que cuando se me presente otra oportunidad de hacer parapente poder tomarla.

Hubo una noche en la que pudimos ir a ver un partido de River y Boca, aunque yo no soy fanático del fútbol, sé que una oportunidad así no se puede perder, y fui con mis amigos. Fue sorprendente la calidad del estadio, era muy amplio, yo no sé lo que debería de tener un estadio profesional, pero estoy seguro que ese lo tenía todo. Además el partido estuvo muy bueno, aunque íbamos por parte de Boca y perdiera por penales, aún así fue bueno. La hinchada de cada equipo, sus gritos contagiaban a todos, lo que me llamó la atención era ver familias con bebés en el estadio, además de la seguridad; cada cierto tramo había una línea de policías filtrando a la gente para que todo esté seguro. Fue excelente estar ahí.

Dos o tres días antes de volver a Santiago nos tocó hacer tracking y rappel, después de lo del parapente ya no estábamos tan nerviosos, lo único malo fue que tuvimos que estar en pie super temprano y la noche anterior habíamos tenido un carrete, así que no estábamos en muy buen estado. Cuando llegamos hacía mucho calor, así q todo el grupo se mojó la cabeza y comenzó a seguir a los guías. La caminata fue cansadora, pero el paisaje era excelente. Al llegar al lugar de descenso, el guía nos daba las indicaciones de cómo bajar, y se veía muy difícil, pero al momento de hacerlo era muy fácil, solo tenías que engancharte y bajar. También es algo que me encantaría repetir.


Después de los momentos que pase en Mendoza con mis amigos, me dan ganas de volver a viajar, de conocer partes y gente nueva, y también de vivir nuevas experiencias. Tal vez sienta que el tiempo fue muy corto, pero para ser una primera vez estuvo bien. Si alguien piensa en hacer esto, que lo haga, se lo recomiendo, y si no tiene con quien ir, no importa, que vaya solo, aunque suene mal, pero en esos lugares, hostels, va mucha gente sola que va a lo mismo que los demás, conocer lugares y gente nueva.